Francisco no es pintor de profesión. Él se licenció en Humanidades en la Universidad de Jaén en 1999, y allí fue, donde comenzó a forjar su carrera como arqueólogo; actividad que le ocupa la mayor parte del tiempo en la actualidad y de la que vive. Su sueño de pequeño era ser arqueólogo y lo ha conseguido con tesón y esfuerzo. Su carrera se ha desarrollado en numerosas excavaciones realizadas en las provincias de Jaén y Almería. Pero junto a su pasión por la arqueología está también la pintura. Ha firmado numerosas obras al óleo, muchas de ellas regalos para amigos, algunos encargos y otras, expresión de su talento y la necesidad personal de transferir al papel o al óleo sus pensamientos y emociones. Francisco trabaja sobre temas propios de su universo personal. Retrata a Kim Gordon, bajista de uno de sus grupos preferidos, Sonic Youth. Hace una versión muy especial y personal del Patio de los Leones de la Alhambra, y realiza copias del mismo escenario en distintos colores, siempre bajo el prisma de su original y curiosa técnica. También se decanta por la geometría en diversos cuadros, tejiendo con el pincel un enmarañado esqueleto de líneas rectas, curvas, espirales, rombos..., lo que le da a sus composiciones un toque de ‘tetris’ psicodélico. Estas obras a base de ‘collage’ de geometrías conectan sobre todo con los jóvenes y estudiantes, ya que muchos de éstos seguro que han realizado composiciones de este tipo en folios y en las pastas de cuadernos y carpetas durante soporíferas horas de clase, tanto en el instituto como en la universidad. La novedad en este tipo de composiciones es que Francisco Arias las llevaba a un formato menos ‘underground’ que el folio o papel de reciclar. Además del tamaño de los óleos, a éstos les aplica su especial tratamiento del color: elemento donde el autor consigue su personalidad. Su técnica consiste en crear con los diferentes colores gamas cromáticas, buscando como si fuera un “arqueólogo” de pigmentos aquellas tonalidades que necesita para obtener la textura, el volumen o el perfil que busca para sus cuadros. El color es el que habla. El color en sus trabajos es moderno. El color en su obra es científico. Su estilo a pesar de ser ortodoxo en cuanto a los materiales y las herramientas que utiliza, es muy contemporáneo, porque lleva al campo de la pintura tradicional elementos y formas de funcionar que provienen de la estructura y la forma de trabajar que utilizan programas informáticos para el diseñó gráfico como el photoshop. Aun va más allá al demostrar que el concepto de ‘píxel’ es una evolución tecnológica que procede de la pintura tradicional y Francisco Arias lo demuestra en su capacidad para conseguir efectos ópticos en sus obras, a través de su propia retícula de zonas de color. Gracias a la tecnología, la ingeniería y a otros soportes como la pantalla de ordenador tenemos la oportunidad de deleitarnos con el arte audiovisual y gráfico; pero el autor jienense nos brinda la oportunidad de ver resultados de lo que podría ser una creación de diseño gráfico pero con un acabado a la vieja usanza: paleta, caballete y pincel. Desde que conocí al autor a la edad de cuatro años todos los compañeros y profesores captaron que Francisco Arias tenía un talento especial para pintar, seguramente heredadas de su padre, también esporádico pintor al óleo y más asiduo dibujante de magníficas plumillas. Fue viendo a Paco pintar sus originales cuadros cuando llegué a la conclusión de que no hace falta poseer un cuadro de Renoir, Degas, Veemer, Warhol, Gordillo, Goya o Velázquez para poseer una colección privada. Seguro que todo aquel que quiera iniciar una, tiene objetos únicos y de enorme valor sentimental y a veces material, ya sea el cuadro de algún amigo o el dibujo de algún familiar que no ha terminado siendo pintor, pero es alguien importante en la actualidad. Yo tengo ya dos piezas en mi colección: la caricatura de Mesamadero y un cuadro de Francisco Arias. Quién sabe si algún día no recibimos los afortunados amigos que poseemos un cuadro de ‘Paquito’ una llamada de teléfono de una galería de arte , un marchante o simplemente una entidad cultural para pedirnos prestado nuestro cuadro para una exposición. Esto será si su obra alcanza fama por alguno de los caprichos del mundo del arte, que en ocasiones no depende tanto de la calidad del autor y sí de preferencias personales de alguien con capacidad de decisión o a políticas de mercado. Muchos pintores, poetas, escultores o pintores con enorme talento nunca se dieron -ni se dan o se darán- a conocer. Sólo aquellos cercanos a él le reconocerán su valor artístico; pero no por ello tiene menos importancia y valor el autor. Sus cuadros son piezas únicas y representación de un talento especial para expresar su interior a través de la pintura. Por ello, somos afortunados todos aquellos que podemos contemplar las obras de Francisco Arias de Haro. Ahora que he empezado a coleccionar y ya poseo un Mesamadero y un Francisco Arias no me importaría tener un Edward Hopper, si no es pedir mucho: ¡creo que sí! Jose Manuel Comino